Carnaval a la alemana |
Y por fin se acabaron los exámenes. De hecho, acabaron ya
hace un par de días, pero, como es de esperar, la prioridad ha sido recuperar
el sueño y la fiesta perdidos.
Ya se acabó el estrés, los cafés y el no dormir. Y has
sobrevivido. Ya no anochece a las tres de la tarde y parece que incluso haya
pasado ya lo peor del frío invierno alemán. Por fin has podido poner un poco de
orden en los papeles y tu cuarto vuelve a ser un lugar digno.
Por otra parte, este mes de semi-encierro ha sido bastante
productivo (y no me refiero precisamente a lo académico):
El tener que estudiar te hace apreciar más las cenitas y las
pequeñas charlas. El buscar excusas para hacer un pequeño/gran descanso de los
libros te lleva a mejorar considerablemente tus dotes culinarias (no me atrevo
aún a decirlo muy alto, pero parece que empiezo a medio saber cocinar).
Planes más o menos improvisados con los de tu piso. De ver
telebasura en alemán a acabar tomando una Gemüsebrühe
a horas intempestivas.
Copos de nieve desde mi ventana,
árbol de navidad
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Y no hay nada como llegar a casa tras un día de examen y de
frío (en todos los sentidos), y que alguna tontería de tus compañeros o una muy
oportuna carta te reequilibren.
Otra de las cosas geniales por aquí en estas fechas es la
nieve. Ver caer copos nieve desde mi ventana se ha vuelto algo habitual cada
mañana. Los del piso no entienden tu fascinación por la nieve, pero es lo que
tiene venir de una ciudad en la que la última vez que nevó tu abuela tenía tu
edad. Luego recuerdas lo emocionados que suelen estar los turistas cuando
visitan tu ciudad en verano y cómo se quedan enamorados del sol. Somos así, nos
gusta lo distinto, lo que nos falta, lo
que no tenemos.
Los exámenes han acabado. Por delante dos meses de Semesterferien (sí, el próximo semestre
no empieza por aquí hasta finales de abril). Visitas y viajes parecen buenos
planes.
A seguir buscando lo mejor de cada etapa.