miércoles, 29 de abril de 2015

Frühling


Y, sin casi darte cuenta, estás de vuelta en Alemania tras un mes fuera.


El Seepark:
Sol, césped, lago, vino...what else?
Aunque pareciese imposible, resulta que la primavera también ha llegado a estas tierras. Cuando te fuiste, aún quedaba algo de nieve en las montañas y tu concepto de día de calorcito era simplemente poder salir de casa sin camiseta térmica.

Ahora, en cambio, ya es tiempo de picnics junto al lago y de fotos de flores. De escapadas y barbacoas. Ah, y tus alemanes están más morenos que tú (parece que la técnica centroeuropea de aprovechar cada rayito de sol da sus frutos).



Regresan las fiestas que empiezan a las seis de la tarde (toca reacostumbrarse a los horarios alemanes) pero también las clases (que dos meses y medio de vacaciones  era ya pasarse).

La primavera por aquí también son lluvias sorpresivas y caóticas, y semi-maratones para alcanzar tranvías o buses en marcha (aunque supongo que eso último no depende de la época del año).

La intensidad antes de la tormenta
En una charla con los compis del piso, descubres que uno de ellos estaba en la comisión de admisión de tu residencia. Cuando hiciste todo el papeleo para conseguir alojamiento, imaginabas en tu estrés a un grupo de sacerdotes octogenarios todopoderosos leyendo las cartas de motivación. Imposible no reírte ante la imagen de que la temida “comisión de admisión” no era más que uno de tus compis y tres o cuatro estudiantes más de la resi a los que les toca leerse el tocho de cartitas en los que decenas de criaturillas intentan causar la mejor impresión posible.


Este es uno más de los tantos clichés e ideas preconcebidas sobre la vida aquí (y sobre la vida en general) que se te han caído. Y es que antes de que todo esto empezase te imaginabas  mil cosas, muchas de ellas lógicas, otras un tanto absurdas.

Y es que las cosas nunca son como nos las imaginamos. La “extraña residencia católica” se ha convertido en tu segunda casa  y “esos alemanes” en personas importantes.

La vida es así. Hacemos mil previsiones, preparamos discursos imaginarios y nos imaginamos cientos de escenarios. Intentamos barajar todas las posibilidades, sucesos probables, seguros o imposibles. Supongo que necesitamos esa falsa sensación de seguridad.

Zürich,
¿Dónde acaban las nubes y dónde empiezan las montañas?
Pero no importa lo mucho que calculemos, siempre habrá elementos accidentales que se encarguen de trastocar nuestras elaboradas construcciones mentales, porque la realidad nunca va a dejar de sorprendernos.

El caso, que estamos todos muy primaverales. Y así seguimos, entre alegrías y alergias. Entre imprevistos y planes.

“Life is what happens to you while you are busy making other plans”

miércoles, 8 de abril de 2015

(N)irgendwo


El estar de Erasmus implica estar entre dos mundos sin pertenecer del todo a ninguno de ellos.

Ya no estás en tu casa ni en la ciudad que te vio nacer y eso se nota. Incluso cuando estás allí de visita, sientes que no estás del todo en tu sitio. Se percibe en los sitios, se nota en la gente. No tener nada que hacer un lunes por la mañana puede resultar extraño. Todos tienen que levantarse temprano para estudiar, trabajar, en definitiva, para seguir sus rutinas. Pero tu rutina es sencillamente la ausencia de rutina. Ahora mismo estás aquí, pero ya tienes comprado tu billete. ¿Billete de vuelta?
Lluvia, vapor y velocidad (Turner)
mil caminos, mis caminos
 Cuando estás aquí en España de vacaciones no te merece la pena empezar nada nuevo, total, si te vas a quedar menos de un mes. Cuando estás en Alemania dudas entre lo provisional y lo permanente. ¿Para qué comprarte una lámpara si el próximo semestre te vas? Al lado del armario está tu gigantesca maleta, que se encarga de recordártelo cada mañana. Y esa extraña sensación de que cuando vuelvas (¿volver a dónde?) todo (incluida tú) seguirá a la vez igual y totalmente distinto.


Allí en Alemania no dejas de hablar de lo genial que es la espontaneidad y el dejarse llevar tan típico de tu tierra. Llegas aquí y cuando esperas (y desesperas) media hora un autobús sin la certeza de cuando llegará, extrañas esos horarios de tus tranvías, por muchas malas pasadas que te hayan jugado.

¿TUS tranvías alemanes? Pues sí, son TUS tranvías, y aquí TUS buses sevillanos que no llegan. También es TU Littenweiler querido y todo lo que en él hay, pero no por eso son menos tuyas TUS fiestas locales ni las torrijas de TU abuela, ni TUS amigos de siempre.

Dos sitios distintos (y los que espero que queden). Y todos son parte de TI.



Y así seguimos. Y es confuso y maravilloso.